sábado, 2 de agosto de 2008

A c t o . P r i n c i p a l

Se durmió pensando en él otra vez, soñó con él, y despertó con su imagen en la retina.
Vivía de él, extrañamente se había apoderado de su mundo sin intención y ocupaba su agujero negro que se hacía llamar 'mente'.
Había pasado algún tiempo preguntándose quién querría su corazón semidestrozado, ¿Lo querría tomar, ya que era dueño? O simplemente preferiría dejarlo a su mando para no intervenir en él.
No sabía, tal vez, que lo había cubierto por completo con sus brazos y que ya era suyo. Era tan iluso y psicodélico lo que pasaba dentro suyo, sabiendo que su corazón era un extraño y oscuro laberinto conectado a su cerebro del que uno nunca puede salir. Él había entrado y se había adentrado en los borrosos laberintos de su corazón para empezar con un juego psicológico en los canales de su mente. Ella le entregó su infame corazón, escarado y ferviente para que lo cuidara a toda costa y que nunca lo dejara solo.
Nervios de ambos destrozados, ella convencida y decidida. Atentó contra cualquier pudor y le dijo desde el fondo de su absurdo corazón 'Te amo'. Se dejó caer en un pozo obsesivo liderado por él, donde él es el dueño de su mundo y ella un simple peón, él un titiritero macabro y ella una marioneta independiente. Automáticamente fue el centro de su existencia y su razón de vivir, alguien para cuidar y que la cuidara, alguien que le pudiese hacer mostrar una sonrisa, una razón para respirar, alguien que quisiera tener a su lado hasta que la vacilación llamada Dios decidiera que el mundo ya cumplió su ciclo y debe terminar.
Dos y media de la tarde, pasan en la televisión 'Tonight, tonight', en su cabeza explota la nítida imagen suya y se produce una acción de impulso que la obliga a hacer saber que lo extraña, y decirle a su madre que se concentra en su propia vida 'Lo extraño.'. Extrañaba su contacto y su voz hablando de lo que fuese.
Relación volátil. Si quería algo para tener en cuenta era él, era lo qe él le había hecho: Estar todos los sábados en la parada del colectivo [Heladería Vía Véneto] y pasar todos los días juntos [aunque el sol decida que sea hasta no más de las 8], levantarse temprano, bañarse y arreglarse para él, mostrar las sonrisas involuntarias que se formaban cuando lo veía caminar hacia ella. Los días de la semana verlo que la esperaba a la salida del colegio para pasar tres horas el uno al lado del otro. La calidez de su cuerpo, el humor, el poder sentirse especial y hasta linda, el sentir que es algo para alguien. Que de repente tuviese una banda tan despreciada como Babasonicos para hacerle acordar a él cuando lo necesitara, escuchar 'Mientras vos la pasás bien, yo lucho...' pero qué más da, lo necesitás, acordate de él hasta con la frase más infame que puedas escuchar. El cambio psicológico y nervioso que provocó, un control mental impresionante digno solamente del rey indiscutible del mundo que ella había creado especialmente para él, para después adaptarse a él y hacerlo único.
Llegó a concretar un cambio en su mundo tan grande como lo significara el estar absolutamente pendiente de estados de ánimo y el necesitarlo al lado de cualquier manera, ya fuese física o no, para saber que respira y por lo tanto ella también. Frágil pensamiento sensible y absoluto, había obtenido de ella su cuerpo y alma para hacerlos suyos, ella le había entregado adrede su corazón.
¿Podrás aceptarlo?
No quería convertir este texto en una común tragedia tan sobreusada por la gente, quería condensarlo para mostrar que era feliz y no que tenía tanto miedo de perderlo, su historia no era una tragedia, era un extraño y espeso cuento de hadas en que un príncipe, narcisista y perfectamente imperfecto se enamora de una torpe e insignificante sirvienta que cae del cielo, quien se enamora también de él. Pero poco a poco van haciendo de la relación una pista de obstáculos y una montaña rusa. Subeibaja alterable. Ambos siguen enamorados, sobrepasando todos los obstáculos. Ella con cada caída se hace más fuerte. Y luego se dan cuenta de que la carrera es infinita, y que están subidos a una montaña rusa de la que no se van a poder bajar nunca. Que es toda su felicidad. Que se necesitan. Que quiere estar sólo con él en ese recorrido irregular.
Atrapada en una realidad que giraba incansable al rededor de él.
Respiró y fue a tomarse el 172 de Atalaya x Barrio Marina. Otro día en el que podría llenar su cuerpo la felicidad al verlo.

No sé lo que quería ser este texto, pero me gustó como quedó.

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