sábado, 6 de septiembre de 2008

Pequeñísimos juegos.


A
sí cayeron todas las bolitas de colores a sus pies cuando el frasco estalló contra el suelo.
La desesperación irrumpió su cuerpo cuando las vio desparramarse por todo el piso, cómo se alejaban de ella y se escondían en lugares recónditos para que ella no las pudiera recuperar.
Levantó las pocas que estaban a su alcance y con los dos brazos las posó suavemente sobre la mesa asegurándose de que no volvieran a caerse... mientras pensaba en dónde ponerlas.
Intentó tomar un frasco de la mesada pero era muy alta para ella. Dios, qué poco ayudaba ser tan chiquita, todo le quedaba tan lejos... inclusive el frasco sobre la mesada de un metro y algo.

Se conformó con una lata sin etiqueta que había en la ventana, tenía algo adentro pero estaba sucio, por lo que no debería valer mucho la pena. Limpió en el baño el interior de la lata y con algunas lágrimas saliéndole de los ojos por el miedo a que llegaran los dos, corrió hacia la cocina para ver las bolitas otra vez en el suelo.
Cayó para atrás, quedando sentada en el suelo y comenzando a sollozar. Estaban por llegar y las bolitas de los mil colores estaban desparramadas por todo el suelo y algunas por debajo de los muebles... Ojalá no se hubiera encandilado por tanto coloriche, de seguro no estaría en esa complicada situación.

Limpió las lágrimas de su cara y se levantó aocmodándose el vestidito, intentaría otra vez recuperar las ontas bolitas que iban recorriendo la cocina tan contentas mientras ella lloraba desesperada.
Tomó las diez que abría visibles en el suelo y llegó a tomar unas cuatro debajo de la heladera, unas tres abajo de la mesada y escondidas por allí habría unas cinco. Las veintidos bolitas volvieron al lugar donde deberían estar, o que ella había elegido para que no se perdieran por la casa, ahí sí estaría con un problema gigante y nada la salvaría de eso.

Puso la lata donde estaba el frasco de vidrio y recogió los cristales grandes del suelo para tirarlos a la basura, barrió los pequeños y terminaron en el mismo lugar. Estaba todo perfecto, no la castigarían y aunque faltaran dos o tres bolitas la mayoría estaban en la lata sin etiqueta con algo de tierra. Esas estúpidas bolitas de cristal de colores...

Qué hermoso era preocuparse porque tus infantiles bolitas de colores se caían al suelo.



[ Your childish worries ]

1 comentario:

CS © dijo...

Era divino, divinamente divino. Para tu infomacion (que me preguntaste) saque a flote de nuevo mi blog, igual esta bien de dieta porque tiene una sola entrada y no lo escribi yo. En fin... por ahí hoy saco a pasear a tita y si estoy por tu casa te toco el timbre.
No se, porque por ahi te meto en lios, bueno, lo que dicte mi conciencia en ese momento, (: