Le tomó la mano en el silencio de la incertidumbre y lo miró tímida.
"Te amo mucho, ¿sabías?"
Las palabras salían con dificultad a veces, no por no ser sentidas, sino porque ella era así, le costaba demostrar en ciertas ocaciones, le costaba hablar.
Volaban tantas palabras en su cabeza.
Quería tenerlo siempre de su mano.
Era desear estar perdida junto a él.
Perdida y entregada, todo tenía sentido.
No había miedos.
De su mano era todo perfecto.
Ya no había pudores.
Las barreras se pulverizaron.
Su corazón latía desesperado... podía sentir que el de él también, la necesidad de sendos cuerpos.
Si todos los miedos habían sido vencidos, era hora de entregarse, era hora de cerrar los ojos y dejarse caer.
Tantos nervios.
Inexpertos, abrazados, asustados pero seguros. La escena perfecta.
Suya, suya, suya. De nadie más.
NO HAY DE QUÉ TENER MIEDO, POR FIN ENCONTRASTE EL SIGNIFICADO DE DECIR "Tuya, completamente tuya."
S o l a N u n c a E s t a r a s
Hace 15 años
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