El silencio se apodera de todas las paderes y lo que haya dentro de ellas.
Nos miramos, no pasa nada... veo tus ojos dándose vuelta mirando al vacío inexistente y los vuelvo a buscar pero se escapan. ¿Estaré equivocada o haciendo algo mal?
Esbozo un comentario inocherente que pueda ser fruto de conversación, por el simple hecho de que no te quiero resultar aburrida y quiero escuchar tu voz... pero no respondés y yo comienzo a desesperar por dentro.
Se enciende en mi fuero una necesidad de hacerte muecas para ver si con eso reaccionás y vuelvo a fracasar.
Respiro agitada y no te das cuenta, solamente buscás en tu bolsillo lo que te haga irte de mi lado porque ya no le encontrás sentido, ¿qué temas para hablar? Te miro desesperada pidiéndote una nueva oportunidad y me esquivás... No te vayas, no te vayas.
Nos miramos, no pasa nada... veo tus ojos dándose vuelta mirando al vacío inexistente y los vuelvo a buscar pero se escapan. ¿Estaré equivocada o haciendo algo mal?
Esbozo un comentario inocherente que pueda ser fruto de conversación, por el simple hecho de que no te quiero resultar aburrida y quiero escuchar tu voz... pero no respondés y yo comienzo a desesperar por dentro.
Se enciende en mi fuero una necesidad de hacerte muecas para ver si con eso reaccionás y vuelvo a fracasar.
Respiro agitada y no te das cuenta, solamente buscás en tu bolsillo lo que te haga irte de mi lado porque ya no le encontrás sentido, ¿qué temas para hablar? Te miro desesperada pidiéndote una nueva oportunidad y me esquivás... No te vayas, no te vayas.
NO TE VAYAS.
Se escuchan millones de gritos y sonidos ilegibles saliendo de mi garganta que en cuestión de segundos se desgarra, te destrozo los oídos con blasfemias y no sos capaz de analizar cuando me mirás atónito de por qué hago eso... dejás las manos fuera de los bolsillos y guardás el celular.
Te acercás hacia mí y me rodeás con los brazos, y yo aún temblando indiscriminadamente me dispongo a ser contenida por tu totalidad. Me acariciás con ternura el pelo y me lográs tranquilizar. Me susurrás al oído que no te vas a ir. Que te vas a quedar. Que no me vas a dejar.
... Un minuto. No, nunca comencé a gritar y me veo haciendo mi camino de vuelta a casa, luego de acompañarte hacia la parada.
Era el casi inaudible sonido de mi estruendo interior.
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