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Borrando cada rastro de mi existencia desaparezco de tu vida (de sus vidas) y jamás me vuelven a ver. Me convierto en fantasma. Veo a los que se lamentan y con un pequeño dolor en el pecho decido no hacer nada al respecto, necesito hacer mío el mundo.
Llueve estruendosamente, recuerdo que en días así no había nadie en las calles de Ramos, ahora está lleno de gente con paragüas, caminan como si fuese una Avenida, como si hubiese mucho apuro pero realmente no pasa nada, hoy es Sábado, ¿por qué corren todos? La lluvia revienta contra el suelo y contra sus paragüas, se estrella contra los vidrios de los autos y apenas puedo sentir las salpicaduras heladas en la piel desnuda de mis brazos. También me acuerdo de cómo me gustaba ver el cielo nublándose encima mío cuando llegaba de la escuela, acostarme en las baldosas del patio y sentir la humedad debastadora de antes de que lloviera, o el frío, en esas épocas el frío y el calor no tenían mucho tiempo de distancia, generalmente cuando hacía mucho calor significaba que pronto haría mucho frío. Siento que no hace frío, pero la lluvia amortigua el calor húmedo.
Y cuando sólo busques un alma, no vas a encontrar ninguna, no quedará otra solución que ir al medio de esa calle llena de gente y dejar que la lluvia te empape, dejarte ahogar. Solamente voy a estar mirándote yo, sin que puedas darte cuenta, muy cerca tuyo esperando que camines hacia mí pidiéndome ayuda, la única persona de esa multitud grisácea que mire que estás en el medio del asfalto esperando que la lluvia no pare que los autos te ezquiven. Pero no me vas a ver, porque estaré escondida, tan cerca tuyo que me vas a escuchar respirar, pero jamás me vas a ver, solamente vas a sentir el calor de mi respiración que va a ser lo único que encontrarás como refugio.
Así, por fin, logré hacer mío el mundo.
S o l a N u n c a E s t a r a s
Hace 15 años
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