viernes, 10 de octubre de 2008

T e o r í a D e l C a o s

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uién diría que el mismo caos era capaz de desatarse en mi arcaica cabecita. Sí, señores, el desorden absoluto, en efecto, se ha dado a conocer en los pasillos oscuros de mi mente, simulando un colapso precioso. No, no es feo, al contrario, es tan tranquilizante... si bien es el desorden de las ideas y la complejidad entrelazándose en forma de neuronas.
¿Cómo puedo explicarlo? Muy fácil.
Necesito ORDEN. Cualquier suceso que cambie radicalmente lo que yo había planeado como rutina, desata una leve desorganización. Cuando el suceso es de gran calibre, y no sé los precedentes, ni la razón, actúa de manera letal, destruyendo cada centímetro de orden en lo que es mi cabeza. Eso pasó hoy... por un imprevisto, mi mente se dio vuelta. No, no me puse nerviosa. No, no me puse mal. Fue toda una experiencia.
Salí de su casa y subí al remis, donde el hombre que manejaba, por alguna razón, me pareció un viejo pedófilo y psicópata, de mala charla y descortés. ¿Por qué? Si ese hombre me atendió con completa cordialidad, preguntándome cómo estaba, a dónde iba, por dónde tenía que ir.
Cuando cruzamos las barreras, de camino a mi casa, la arboleda de allí cerca me transportó automáticamente a Valeria del Mar, un lugar en la costa donde pasé el verano. Llegué a pensar que estaba en ese lugar, pero totalmente conciente de que estábamos cruzando las barreras de Luzuriaga que conectan con Ramos Mejía.
Por último, cuando por fin llegué a mi casa, entregué la plata al hombre que a mis ojos era un enfermo y bajé del auto. Entré a mi casa y dejé mis cosas en la cocina, y sentí un ambiente IDÉNTICO a lo que es mi casa en verano, llegando a proyectar la pileta que está en mi patio en esos días. No, no la imaginé, SE PROYECTÓ en frente mío.

No fue sólo el imprevisto lo que hizo mi cambio de ambiente repentino. Acciones de mi papá también ayudaron. Estoy segura de que no era él, no podría ser tan desubicado, si él es de gran ubicación y educación, ¿por qué vendría a ser tan ordinario?

Es una teoría loca, y cualquiera de ustedes puede decirme que estoy enferma... no lo sé, no creo que sea una enfermedad. Solamente tuve una desorganización absoluta, los sucesos iban a una velocidad mayor que mi habilidad para asimilarlos.

Y ahora, por fin, estoy en mi casa, Ramos Mejía, Viernes 10 de Octubre del 2008. 16:23

Quisiera saber cómo está él.

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